El mundo de las redes sociales está siendo sacudido por la creciente proliferación de contenido generado por inteligencia artificial (IA). La influencer Laura Escanes recientemente alzó la voz en Twitter para denunciar una problemática alarmante: imágenes de ella falsamente desnuda, producto de la manipulación de la IA. Este es solo un ejemplo de un fenómeno que está tomando impulso en línea: deepfakes eróticos.

Estas aplicaciones impulsadas por IA tienen la capacidad de crear imágenes realistas y comprometedoras que combinan el rostro de una persona con escenas de contenido explícito. La privacidad y la integridad personal se ven seriamente amenazadas, ya que estas imágenes manipuladas circulan en línea sin el consentimiento de los individuos afectados.

Aunque estas imágenes generadas por IA no son verdaderas, su realismo plantea cuestiones legales y éticas. ¿Debería considerarse como delito la creación y difusión de este tipo de contenido sin el consentimiento de las personas? ¿Cuál es la responsabilidad de las redes sociales y las plataformas en la difusión de estas imágenes manipuladas?

El abogado especializado en Derecho Digital, Borja Adsuara, arroja luz sobre estos interrogantes. Mientras la ley aborda la pseudopornografía infantil, no se ha extendido aún para abarcar a los adultos. La falta de regulación específica plantea desafíos para la protección de los derechos individuales en un entorno digital cada vez más complejo.

Las redes sociales, como Instagram y TikTok, también están en el centro de la controversia. La falta de filtrado efectivo permite que este tipo de contenido manipulado se disemine sin restricciones, dejando a las personas vulnerables a posibles abusos. Incluso Google registra millones de resultados relacionados con “Deepfake porn”, lo que subraya la magnitud del problema.

El mensaje de responsabilidad legal parece ser más contundente cuando alguien enfrenta consecuencias penales por la creación y diseminación de deepfakes con IA. Es una advertencia que podría disuadir a futuros infractores.

En resumen, la creación de deepfakes eróticos con IA plantea dilemas legales y éticos en torno a la privacidad, la protección de la imagen personal y la regulación de las plataformas digitales. En un mundo en constante evolución tecnológica, la necesidad de legislación específica y una mayor conciencia pública se convierten en factores cruciales para salvaguardar la integridad personal en línea.

fuente: telemadrid